También invitó a impedir “que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón”.
En este sentido, pidió no olvidarse de Siria y los conflictos en el Líbano, al tiempo que puso como ejemplo a la Región de los Balcanes Occidentales, “donde se están dando pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo”.
“Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero”, instó el Pontífice.
También instó a que se favorezcan la conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán “para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo”.